miércoles, junio 14, 2006

MATADEROS MI BARRIO, CHICAGO MI CORAZÓN






Fueron tres fines de semana a pura adrenalina. Para mi fue la primer experiencia de seguir a mi equipo donde juegue. Los mejores momentos no sólo están vinculados a los vividos en los estadios y esa enorme alegría de poder dar dos vueltas olímpicas en el mismo estadio versus dos equipos distintos y con quince días de separación. También hubo momentos en el viaje en el que pude evadir la acutalidad. ¿Cómo? Mirando por la ventana del auto, era campo de un lado y del otro, algún animal perdido dando vueltas. Esos momentos en los que me permitía soñar con otros mundos y sentimientos y nuevas experiencias se dieron en la ruta y de noche. Parar a cargar nafta en esos pueblos que rara vez voy a recordar los nombres. Pero me quedan las imágenes y el olor del aire cuando está a punto de llover (así se siente en la ciudad) pero lejos del ruido y los edificios se puede experimentr todas las noches. Además pueden creer que estaba loco, pero la luna es diferente y con las estrellas iluminan más, mucho más. También me quedan esas caras que no voy a volver a ver y la ilusión momentanéa de encontrar una que me hiciera quedar. Las noches eran diferentes y el amanecer también. Carlos Paz en Córdoba me mostró un lugar que ya conocía pero que ahora me invitaba a quedar. También conocí Mendoza capital y es verdad que es hermosa y limpia y aún en invierno es especial, pero será el resultado deportivo que no me dejó disfrutar. Aunque por primera vez estuve solo en una habitación de hotel y estuvo re bueno, era un nuevo yo. Además me gustó lo iluminada que estaba de noche la ruta en San Luis, gran diferencia con las otras rutas por donde anduvimos. Es una obviedad contar lo hermosa que es la Argentina y sus paisajes y a pesar de haber vuelto a lugares que ya conocía, me volví a sorprender. Esta vez puedo decir que la pasión no es irracional y que te permite vivir sentimientos que rara vez exploten en tu corazón si sos tan necio para prohibirte sentirte así. No fue tan sólo seguir a mi equipo fue conocer algo nuevo en mí, alguien que se sintió libre y seguro, y es a ese alguien al que no quiero renunciar. Estoy próximo a seguir creciendo y ojalá que la cuarta década de mi vida me permita volver a viajar y conocer lugares que imagino y de los que leí o me contaron. Porque es en esos momentos que la vida es un libro que no querés terminar de escribir.