Todos en romería con la cofradía del santo goze, tembló la bostonera. Las emociones de miles de almas se confabularon para explotar y hacerse oír cuando caminó por el escenario, saludó a su público, y empezó una noche mágica con Aves de Paso. Había prometido una noche a puro rock and roll y no defraudo. Entre un tema y otro se paró en el escenario y cruzado de brazos esuchaba y sonreía cuando se coreaba "olé, olé, olé, olé, Joaquín, Joaquín", "Pan y vino, pan y vino, pan y vino, el que no grita Sabina para que carajo vino". Saltábamos de acá para allá y confundidos en la transpiración y gritamos hasta quedar afónicos para ser el coro de su ronca voz. La lluvia comenzó a amenazar con hacerse presente pero en poco tiempo desistió y se dio cuenta que no era el momento de interrumpir. Descansó y Helen esta nueva voz angelical y Pancho Varona nos distrajeron por unos momentos. El show continuó y todo seguía siendo único y parte de un cuento fantástico. No sé sabe quién fue el que envió tanta agua desde el cielo, pero lo más importante es que antes de cables pelados y pantallas meciéndose, en pleno delirio y éxtasis, en un pogo del alma, sonó: RUIDO. Fue así que la noche llegó a su fin. Siguió lloviendo, se esquivaron charcos y pozos casi sin fondo, pero nada borrará los recuerdos de ver una vez más al poeta urbano, que eleva las mentes hasta el infinito. Again, GRACIAS Joaquín.
